FICHA ARTÍSTICA Dirección, dramaturgia y espacio escénico | Triana Lorite REPARTO Don Juan Tenorio | Daniel Muriel Doña Inés de Ulloa | Ana Ruiz Doña Brígida | Eva Isanta Don Gonzalo de Ulloa | Juan Fernández Don Diego Tenorio | Antonio Albella Don Luis Mejía| Críspulo Cabezas Marcos Ciutti | Didier Otaola Doña Ana de Pantoja | Lisi Linder Lucía (criada de Doña Ana) / La Tornera de Ídem | Lucía Espín Don Rafael de Avellaneda | Antonio Ponce Cristófano Buttarelli | Chema Moro El capitán Centellas | Juan Caballero Pascual | Gastón | El Escultor | Jorge Peña La Abadesa de las Calatravas de Sevilla | Belén Orihuela Danza | Eduardo Guerrero
En palabras de la directora
“El Tenorio es la historia del espíritu, un mito que enriquece la figura mítica de un Fausto o un Hamlet, como todos esos ‘Don Juanes’ que se reciclan cada año buscando cambiar de perspectiva según la contemporaneidad en la que vive el público.
Dramaturgos y médicos se han ocupado de esta figura prototípica del burlador surgido de la consciencia colectiva indómita y algo generosa de los héroes que menosprecian el obstáculo y el peligro, pero que también, y esto es lo más dramático, intentan amar y no pueden, o intentan que los amen y no lo consiguen.
En esta faena divina, de aire festivo, carnaval y juego del destino inminente, el amor se va afinando como sustancia del elemento cultural del romanticismo del siglo XIX, pero también con un análisis actual, elevando hasta donde merecen a todos los personajes de la literatura que después de siglos siguen en pie, inertes al tiempo.”
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El Tenorio es la historia del espíritu, un mito que enriquece a la figura mítica de un Fausto o un Hamlet, como todos esos Don Juanes que se reciclan cada año buscando cambiar de perspectiva según la contemporaneidad en la que vive el público.
Dramaturgos y médicos se han ocupado de esta figura prototípica del burlador surgido de la consciencia colectiva indómita y algo generosa de los héroes que menosprecian el obstáculo y el peligro, pero que también, y esto es lo más dramático, intentan amar y no pueden, o intentan que los amen y no lo consiguen.
En esta faena divina, de aire festivo, carnaval y juego del destino inminente, el amor se va afinando como sustancia del elemento cultural del romanticismo del siglo XIX, pero también con un análisis actual, elevando hasta donde merecen a todos los personajes de la literatura que después de siglos siguen en pie, inertes al tiempo.
Triana Lorite